12 de septiembre de 2011

Swaps y derivados financieros II: Intervinientes, el director de oficina.

Una vez visto como estaba el panorama en el sector bancario y sus alrededores en el momento de máximo apogeo de estos derivados vamos a intentar adivinar qué motivaba a cada uno de los intervinientes a firmar estos contratos.

De entrada debemos de tener claras dos cuestiones fundamentales en cuanto a la preparación previa de las partes: 1, La inmensa mayoría de los clientes no sabían lo que estaban firmando. 2, Un gran número de directores de oficina tampoco.

¿Quien es el director de la oficina?, En principio podríamos decir que es la persona que a ojos de la clientela está al frente de todo, responsable tanto del buen funcionamiento de la oficina como de la consecución de sus objetivos. A ojos del banco también está al frente de todo. El problema es que el “todo” de los clientes no suele ser el mismo “todo” que el del banco, pero ese es un tema a tratar en otras entradas futuras.

Respecto a los swaps, creo que no sería demasiado atrevido asegurar que al menos un 50% de los directores de banco que han firmado algún derivado no sabían exactamente lo que estaban colocando. El conocimiento del producto se resumía generalmente en una característica fundamental del mismo: genera elevadas comisiones que además el cliente no percibe porque generalmente él no las paga. A mayor importe y mayor plazo más comisiones.

Como la presión para la contratación de derivados partía generalmente del Consejero Delegado y de ahí se expandía a toda la estructura de la entidad financiera la consigna era clara: Había que hacer derivados para generar comisiones. Se autorizaban préstamos con la condición indispensable de formalizar un swap al mismo tiempo, llegando a firmar auténticos disparates.

Como ejemplo, no real al 100% pero sí inspirado en la realidad, supongamos que se autoriza un préstamo de 80.000€ a 5 años a tipo variable y al mismo tiempo se obliga al cliente a firmar un swap a tipo de interés fijo para 250.000€ a esos mismos 5 años.

Si el interés sube el banco paga la diferencia entre el interés real y el contratado en el derivado, y si baja es el cliente quien debe de liquidar la diferencia, de manera que el tipo final resultante siempre es el mismo.

Con la bajada de intereses que ya hablamos en la anterior entrada la situación se complica mucho: El cliente ha firmado en dic-2007 un préstamo de 80.000€ a un interés variable del 5,80%; al mismo tiempo se ha firmado el citado swap de 250.000€ al 6% fijo. En dic-2008 el cliente está pagando un 2,41% en el préstamo de 80.000€ y además debe de pagar unos intereses del 3,59% (6 menos 2,41) sobre los 250.000€ del derivado. En resumen, está pagando la cuota de su préstamo más unos 750€ al mes (más o menos) de intereses del swap.

Otra cosa, el cliente piensa que esos 750€ mensuales se los está embolsando el banco, pero no, ese dinero va a parar al banco corresponsal con el que el nuestro ha cuadrado la operación, este banco es quien pagó la comisión al formalizar el swap. Vamos, que una vez formalizado un swap a nuestro banco le da igual cómo vaya el tipo de interés, puesto que él tiene sus posiciones cuadradas.

Con lo que creo que no contaban es con los problemas legales y de reputación que podrían traer consigo estas prácticas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario