10 de octubre de 2014

CLUBES DEPORTIVOS, DEPORTISTAS Y SUBVENCIONES.


Es muy habitual oír quejas por parte de los dirigentes de los pequeños clubes de cualquier deporte no mayoritario o individual (atletismo, bádminton, rugby, triatlón,…) acerca de lo escaso de las subvenciones que reciben y de lo necesarias que son ésas para asegurar su subsistencia.
 
Partiendo de que esa es una realidad irrefutable, y que para estos clubes deportivos es imposible sobrevivir solamente con las cuotas de sus asociados, pienso que no debemos caer en la complacencia de esperar las ayudas públicas como única vía de salvación, y que los clubes deben ser más activos tanto en la búsqueda de otras fuentes de financiación como en su propia gestión económica, puesto que la gestión económica de un club no se debe de diferenciar mucho de la de una empresa, o incluso de la de las familias.
 
Un club deportivo, al igual que una empresa, o al igual que una familia, debe de ser capaz de cuadrar sus gastos e ingresos continuamente, es decir, si preveo que voy a ingresar tanto dinero (por la vía que sea) debo de contener mis gastos hasta esa cantidad, con el fin de no incurrir en impagos.
 
Lo primero que hay que hacer es determinar cuáles son las vías de ingreso de dinero: cuotas de socios, patrocinadores, sorteos o rifas, donaciones y, finalmente, subvenciones.
 
Ahora bien, a principio de temporada normalmente solo conocemos lo que vamos a recibir por cuotas de socios y por patrocinadores, y podemos hacer una estimación aproximada de lo que se puede obtener con una rifa. Pero es una gran incógnita si algún millonario altruista va a donar algo de dinero y también lo es el importe de la supuesta subvención que se va a recibir de las administraciones públicas. Por tanto, estas dos partidas no deben de ser tomadas nunca en cuenta para confeccionar el presupuesto de gastos del club. Y, si llegan, deberán de ser bienvenidas y aplicadas a aquellos gastos considerados como “segunda prioridad”, pero nunca debemos de confiar la cobertura de unos gastos que puedan comprometer la supervivencia de nuestro club a la recepción de una subvención.
 
Si tengo unos gastos previstos superiores a las cuotas de socios y patrocinadores no tendré más remedio que captar más socios, captar más patrocinadores, o reducir gastos. Puedo hacer campañas de captación de socios, puedo mejorar la imagen de mi club para que los patrocinadores quieran identificarse con él, y puedo, por ejemplo, reducir costes entregando trofeos baratos en lugar de una copa de metro y medio de alto, lo que contribuirá a reducir gastos sin empeorar la calidad de la experiencia deportiva de los chavales implicados.
 
Finalmente, y ahora cargo contra las empresas, es muy triste que un club deportivo pueda desaparecer, o que un atleta individual no pueda competir, por la falta de unas subvenciones o por la falta de un convenio con el ayuntamiento de turno. El apoyo al deporte no se demuestra gritando al televisor cuando gana España, se demuestra apoyando iniciativas como "Patrocina un deportista" en las que no hace falta gastarse miles de euros, en las que por poco más de 100 euros ya se está ayudando a que algunos atletas lleguen a los Juegos Olímpicos de Rio 2016 en buenas condiciones.
 
Porque lo que si es cierto es que cada vez el presupuesto público para ayudas es menor y cada vez son más los que las piden. Y todos tienen el mismo derecho a recibir.

 Para terminar un tema musical agridulce, como las cosas buenas de esta vida:
  

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