24 de julio de 2012

Tiempos difíciles para ser empleado de banca.

Tras dedicar una serie de entradas hace un tiempo a la concentración bancaria y, sobre todo, de las cajas de ahorros españolas:

  Concentración Bancaria: Santander, BBVA, Caixabank, y unos cuantos más.
  Concentración bancaria, 4º asalto: Unnim para BBVA.
  Concentración Bancaria: Las Instituciones Financieras Antes Conocidas Como Cajas de Ahorros.

  La caída de las cajas y las comisiones bancarias.

  Concentración bancaria, suma y sigue.

  El gran banco público: Bankia + Catalunya Caixa + Novacaixagalicia

Creo que ha llegado el momento de no caer en el mismo pecado que siempre cometen los directivos y empleados de banca, que no es otro que mirar los datos y olvidarse de las personas, para pasar a ver a las personas, ex-compañeros de profesión, dejando en un segundo plano los fríos datos.

En primer lugar todo el proceso de concentración bancaria va a costar un buen número de empleos, que la Asociación Española de Banca (AEB) olvida mencionar en la nota de prensa emitida con motivo de dar publicidad a los resultados del primer trimestre. No hay ninguna fuente fiable que indique cuantos son realmente los puestos de trabajo que sobran en el sector bancario, pero en este artículo de Expansión del pasado mes de abril se da una cifra aproximada de 41.000 personas.

El problema de los puestos de trabajo perdidos es bastante grave, no obstante los que quedan dentro de las entidades financieras tampoco tienen un panorama muy halagüeño: el estrechamiento de los márgenes provocado por el desfase entre el stock de préstamos hipotecarios (el 80% de las hipotecas vivas de los bancos están más o menos al 2% ó 3% de interés) y el mayor precio a pagar para captar recursos (que la prima de riesgo supere los 600 puntos nos afecta a todos) hacen que el negocio sea de entrada inviable. Vamos, que actualmente se está comprando dinero (plazo fijo) más caro de lo que se vendió a plazos hace años (préstamo), y las ventas actuales, más caras, no compensan.

A raíz de este menor margen de intermediación (intereses cobrados menos intereses pagados) las cuentas de resultados no terminan de salir, y ¿cual es la solución?: Cobrar más comisiones.

No se asusten, se cobran más comisiones, pero la mayoría de ellas ni siquiera se ven, en este grupo entran: seguros de vida, hogar, auto, salud, responsabilidad civil, decesos, industria, comercio, de crédito, etc.…y cualquier otro seguro que se ocurra al creador de productos de turno. Por la comercialización de estos seguros el banco se lleva una comisión de la compañía aseguradora, que no es especialmente pequeña (es más alta el primer año y algo menor por cada año que el seguro esté en cartera). También se obtienen comisiones casi imperceptibles por el cliente en la comercialización de fondos de inversión y de fondos de pensiones, ya que la rentabilidad que se le comunica al partícipe es siempre neta de comisiones.

Todo este ansia por cobrar comisiones ha convertido a las oficinas de banca en un supermercado de seguros,… y de cualquier otra cosa que pueda generar aunque sea un céntimo de comisión.

En resumen, en mitad de todo el lío de uniones, integraciones, fusiones, o concentraciones de bancos o cajas, me da una cierta pena el empleado de la oficina, último eslabón de una cadena en la que le toca la peor parte. Es el único que da la cara ante el cliente (harto y hastiado de noticias de bancos en quiebra con directivos con pensiones millonarias), y es a quien siguen exigiendo cubrir unos objetivos, antes de “hipotecas, hipotecas” y ahora de “seguros, seguros”, con la diferencia que antes había un solo modelo de hipoteca y ahora hay decenas de modalidades de seguros, y hay que “puntuar” en todas.

12 de julio de 2012

La subida del IVA, necesaria pero a destiempo.

Me da igual en que medio de comunicación lo busquen. Ayer se anunció la subida del IVA, la bajada de la prestación por desempleo, la anulación de la paga extra de Navidad de los funcionarios, etc.…

Hay una cosa que todos los economistas y asesores teníamos clara desde hace ya muchos meses: Iban a subir el IVA. Cuanto se iba a subir estaba también casi claro, salvo pequeñas discrepancias las previsiones de todo el gremio giraban entorno a lo anunciado.

El problema era saber cuando. Hubo gente que el día siguiente a las elecciones auguró que para el año nuevo íbamos a tener IVA nuevo, y que posteriormente dijeron que para el final del primer trimestre…, y claro, si todos los días dices que va a llover alguno acertarás.

¿Por qué casi todo el sector lo tenía tan claro? Porque, independientemente de la crisis, de Bankia, de los recortes, y de todo lo demás, teníamos un IVA de los más bajos de la zona euro, solo superado por Luxemburgo y Chipre, e igualado por Malta y Letonia. Con la que está cayendo era necesario converger hacia los tipos europeos, porque estarán de acuerdo conmigo en que queda muy feo pedir ayuda a otros países cuando cualquier consumidor del resto de Europa está pagando de media un 21% y nosotros “tan solo” un 18%.

Pero esta subida no me parece errónea, sino extemporánea, ya que si se hubiese producido en los años de bonanza (en los que el diferencial con el resto de Europa era prácticamente el mismo que es ahora) habría tenido un doble efecto positivo: primero, se habría recaudado más y el actual déficit sería inferior, y segundo, habría contribuido a enfriar la economía, reduciendo el desmedido consumo del que nos hemos jactado durante tanto tiempo.

Con la subida en este momento van a producirse más efectos nocivos que beneficiosos: por el lado positivo puede ser que se incremente algo la recaudación, por el negativo está claro que se va a reducir todavía más el consumo (que debería ser el motor que nos sacara de la crisis), y va a suponer un notable incremento de la economía sumergida, ya que las empresas y los autónomos van a seguir trabajando igual que antes, pero “de otra manera”.

No olvidemos que lo importante para cualquier empresa (y para un autónomo más) es trabajar y cobrar, y el dinero no entiende de colores.